Suele ser frecuente, aunque depende de cada centro, que el día de la transferencia embrionaria los pacientes mantengan una reunión informativa con el embriólogo sobre cómo se ha desarrollado su ciclo; cómo es la calidad de sus embriones; cuál es el número de embriones idóneo para transferir en su caso; si hay embriones sobrantes, cuántos hay disponibles para criopreservar y en el caso de aquellos embriones cuyas características indiquen que no deben ser transferidos ni congelados, denominados “embriones de pobre pronóstico”, si se mantendrán en cultivo durante unos días para seguir su evolución.
Explicar la calidad embrionaria a los pacientes no es tarea fácil, ya que esperan unos términos sencillos que les resuma lo que ellos quieren saber: “son buenos, regulares o malos”. Para que los pacientes reciban una información objetiva sobre la calidad de sus embriones independientemente del centro al que acudan, es necesario que todos los profesionales hablemos un mismo idioma y valoremos los embriones con los mismos criterios. En este sentido, desde hace más de 10 años, El Grupo de Interés de embriología (GIE) de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR) ha ido publicando directrices sobre la valoración embrionaria. En este mismo años se ha publicado un documento de consenso actualizando los parámetros más importantes en la clasificación embrionaria. Por lo tanto, siguiendo la clasificación ASEBIR, la valoración embrionaria clásica se basa en una serie de observaciones de los embriones en intervalos de tiempos concretos, que permiten obtener información (número de células y ritmo de división; porcentaje de fragmentos; tamaño de blastómeras; grado de multinucleación, etc.) permitiendo diferenciar los embriones en cuatro categorías (A, B, C, D).
En el caso de embriones tempranos, aquellos que se transfieren a las 48h (D+2) o 72h (D+3) posinseminación, se llevó a cabo un estudio para validar estas cuatro categorías embrionarias con su capacidad de implantación y tasa de niño recién nacido vivo (Pons et al., 2014) Sirva a modo orientativo estos resultados expuestos en la siguiente tabla, ya que esta clasificación ASEBIR es dinámica y está abierta a posibles cambios en función de los datos que aporten las nuevas tecnologías.
Frente a la pregunta de los pacientes: “Entonces… ¿mis embriones son tipo A, B, C o D?”, la respuesta es compleja ya que son muchas las variables que intervienen en el éxito del programa, siendo las más destacables, según analiza Gatimel et al (2017): la edad de la paciente, la calidad embrionaria, número de intentos realizados y la dosis hormonal recibida durante la estimulación ovárica.
Si bien contamos con otros indicadores de buen pronóstico como una buena tasa de fecundación; buena calidad embrionaria (embriones tipo A y B) y que del mismo ciclo se obtengan embriones de buena calidad para transferir y criopreservar (rendimiento embrionario). La criopreservación de embriones, aumenta la posibilidad de una gestación al disponer de un mayor número de embriones de un mismo ciclo.
No se puede negar que un elevado número de embriones de buena calidad está asociado a mayor tasas de embarazo, de hecho los embriones categoría A tienen 3 veces más probabilidad de implantar que un embrión D. No obstante, puede ocurrir que la gestación no se obtenga con los embriones de mayor categoría en fresco y si se consiga con embriones de categoría intermedia criopreservados del mismo ciclo. Es importante recalcar que los embriones son seleccionados en relación con criterios morfológicos y que estos en muchas ocasiones no revelan posibles alteraciones cromosómicas.
En los últimos años la incorporación de equipos que permiten la observación continua del desarrollo embrionaria (morfocinética, time lapse) está permitiendo observar fenómenos hasta ahora no contemplados y redefinir las categorías embrionarias, por lo tanto mejorar la selección de los embriones, reduciendo su número a transferir y evitando así embarazos múltiples. Hoy por hoy es en lo que nos basamos en la selección de embriones, pero en un futuro otros procesos de selección quizás no tarden en incorporarse en los laboratorios.
En resumen, la categoría embrionaria, tanto clásica como la morfocinética, nos da información sobre cómo ha sido el desarrollo embrionario en el ciclo, si bien no puede garantizar el embarazo ya que depende de muchas variables. El hecho de llegar a la transferencia embrionaria ya es un logro y el transferir embriones de categorías alta (A y B) y media (C) es la oportunidad de conseguir una gestación, por lo tanto más que obsesionarse por si es un A y un B ó C y C, lo importante es evaluar el conjunto del ciclo de la mano de los profesionales. y tener la certeza que se está haciendo todo lo posible por conseguir la tan deseada gestación.
Victoria