El pasado día 25 de julio celebramos el día del Embriólogo. Si bien, no está reconocido oficialmente como un Día Internacional ni Mundial, se ha ido instaurando en nuestro campo como un día de celebración. ¿Cuál es la razón? Muy sencilla, el 25 de julio de 1978 nació el primer bebé por una técnica novedosa que revolucionaría el mundo de la reproducción humana. Nació Lousie Brown por medio de la fecundación in vitro (FIV).
Aún recuerdo cuando vi en la TV la noticia del nacimiento del primer bebé en España, Victoria Anna, por reproducción asistida ¿Quién me iba a decir que años después tendría la oportunidad de entrar a formar parte de la historia de la implantación de la reproducción asistida en nuestro país y que conocería, con el tiempo, a aquellas jovencísimas pioneras que lo habían logrado?
A principio de los 80 se buscaba a “un biólogo” como complemento del equipamiento del laboratorio, pero no tardaron en darse cuenta el resto de profesionales del equipo de la gran importancia “del biólogo”. Para empezar, frente a lo que una gran mayoría de personas pensaban, el Embriólogo no es necesariamente biólogo, aunque somos mayoría, sino que también incluye a otras licenciaturas biomédicas (medicina, veterinaria, farmacia)
En cuanto al trabajo del Embriólogo, va mucho más allá de “poner en contacto óvulos y espermatozoides” como he leído en alguna publicación. Es una profesión altamente especializada, cuyas competencias están hoy en día muy bien definidas e incluyen:
1.- Función asistencial donde se realizan las actividades propias de la unidad de reproducción asistida; información a los pacientes,; diseño de protocolos; desarrollo e implementación de nuevas técnicas; valoración e interpretación de resultados, etc.
2.- Función científica y de investigación.
3.- Función docente.
4.- Asesoramiento.
Además, ha tenido que adquirir conocimientos sobre el marco ético-legal de las técnicas de reproducción asistida en nuestro país, así como fundamentos de bioética.
Esta especialidad es muy exigente, ya que es necesario estar en formación continua. Los cambios, mejoras y aparición de nuevas tecnologías se suceden continuamente y es necesario estar al día si se pretende dar los mejores resultados. Desde que se iniciaron las técnicas de reproducción hasta hoy, la evolución ha ido a pasos agigantados, y no parece que vaya a parar, grandes cambios vienen en camino, todo ello para ayudar a muchas personas a hacer realidad su sueño.
Como todo en la vida, aunque el Embriólogo tiene grandes satisfacciones en el desarrollo de su profesión, existen también zonas oscuras, como el propio deterioro psicológico, “síndrome del quemado”, debido a la exigencia del trabajo, largos horarios, bajos salarios… Y el no reconocimiento de su profesión, falta de Ordenamiento Profesional. Pero estos temas quizás será mejor tratarlos en otro contexto.
Para mí, ser Embriólogo es un orgullo. Es una profesión apasionante que he tenido la gran suerte de verla crecer casi desde el principio en nuestro país. Nada me ha conmovido más que estar en primera línea participando en el comienzo de una nueva vida, así como compartir con sus progenitores la alegría de un sueño cumplido.
Ciertamente, el 25 de julio es un día grande para celebrar la figura del Embriólogo.
¡Felicidades compañeros!
Victoria