Este pasado 14 de Marzo, se celebró el Día de la Endometriosis, seguimos durante este mes celebrandolo, y hoy, compartiendo el testimonio de una mujer que sufre de endometriosis pero que sabe exprimir la vida.
Carmen es una muy querida amiga, a la que admiro por su fuerza y coraje, toda una inspiración. Además, compartimos una misma pasión: el amor por los animales.
Mil gracias Carmen por tu generosidad y testimonio.
Hola, me llamo Carmen y padezco endometriosis.
Desde siempre tuve reglas dolorosas, pero todo el mundo dice que eso es normal, por lo tanto, tampoco había nada de extraordinario en eso. También tenía reglas muy abundantes, pero también es normal, nada de qué preocuparse.
Con la llegada de pareja, llegaron las relaciones sexuales y con ellas un dolor durante y después de las relaciones que me incapacitaba. Un retraso en una regla (a pesar de tomar precauciones para evitar embarazo) me hizo ir a mi primera revisión ginecológica. Tenía 22 años. El diagnóstico fue tajante, endometriosis ovárica bilateral con endometriomas de 3 y 5 cm. La única solución ya era operar.
Tras este diagnóstico comienzo a buscar información, me operan, sigo buscando información y encuentro una asociación de afectadas de endometriosis, ADAES. Ahí comienzo a ver la luz, a ver que no estaba sola, que no eran cosas mías y que, aunque me hubieran operado, seguirían los dolores (especialmente en los días previos a la menstruación) y probablemente seguirían durante toda mi vida fértil (por lo menos). Con mis compañeras de la asociación descubro que mi caso es un caso “light”, ya que allí me encontré con compañeras que llevaban años buscando un embarazo, que habían perdido un riñón, o un ovario o sus úteros. Esta enfermedad que a priori era benigna podía hacer un daño tremendo.
Con ellas aprendí que la endometriosis no son sólo endometriomas, sino también adherencias, focos endometriósicos y que no hay tratamiento específico ni diagnóstico precoz. El 90% de mis compañeras fueron diagnosticadas cuando se hicieron pruebas porque no lograron embarazo. Yo era una privilegiada, me habían diagnosticado con 22 años, conservaba mis dos ovarios, mis trompas y mi útero, ¿qué más podía pedir?
Sabiendo todo esto, con 25 años decidimos mi pareja y yo ponernos en marcha para aumentar la familia, pero no llegaba. Allí estaban mis compañeras aconsejándome que acudiera pronto al ginecólogo y no lo dejara pasar. Al poco más de un año nos hicieron nuestra primera inseminación artificial, negativa. Luego llegarían 3 más…negativas. Nuestros ánimos se vinieron abajo y ahora tocaba esperar dos años más para que nos llamaran del laboratorio de FIV.
Durante ese tiempo mi amor por los animales me hizo entrar a formar parte de otra asociación, donde conocí a Victoria. Siempre quise ayudar a los animales y de algún modo, ellos me ayudaron a mí. Mi mundo ya no era ser madre. Mi mundo ahora era salvar vidas y dar segundas oportunidades. En mi mente algo cambió y aunque seguía queriendo ser madre, ya no era el primer y único pensamiento del día. Y llegó la llamada de “fertilidad”.
Para entonces yo ya tenía 29 años y mi mente mucho más sosegada. Me quedé embarazada en la primera FIV. No lo podía creer!!! 9 meses más tarde nació EL MILAGRO DE MI VIDA, Carmen, una niña preciosa. Nuestro sueño se hizo realidad, ya lo teníamos todo (sobre todo sueño, porque no dormíamos casi nada). Con la pequeña en casa y dos perros, nuestra familia ya era perfecta, era nuestra mayor ilusión y por fin lo habíamos conseguido. Carmen era amamantada y estuve un año sin regla después del parto. A los 4 meses de venir la regla decidimos no poner más medios y si aumentaba la familia ya sería la bomba, aunque no teníamos muchas esperanzas ya que Carmen había venido tras 4 inseminaciones artificiales y una FIV, pero ¿quién sabe?, a veces la naturaleza es muy caprichosa. Pues tras volver de las vacaciones (4 meses después de no poner medios) llegó lo inesperado, un predictor positivo. Y 9 meses después, llegó EL REGALO DE MI VIDA, Ana.
Yo estoy convencida de que los meses de embarazo y los de lactancia que me permitieron estar en total 21 meses sin regla, hicieron que mi endometriosis estuviera dormida y permitieron que el siguiente embarazo se diera de forma espontánea.
Si algo he aprendido en los años que viví con mis compañeras y sus experiencias con tratamientos de fertilidad y en mi experiencia propia, es que la fertilidad no se deja conocer. La ciencia ha avanzado muchísimo y le debemos agradecer tanto…Yo sin ir más lejos le debo a mi hija Carmen y mi vida (eso es otra historia). Hay cantidad de profesionales vocacionales volcados en hacer sueños realidad, pero hay una mínima parte en el milagro de la vida que se escapa al ojo humano.
Quiero con esto animar a todas las parejas que estén en una situación similar a la mía a seguir luchando y a nunca perder la esperanza.
Ver la vida como lo que es, un regalo, disfrutarla y gozarla y aceptar nuestras ventajas y nuestras desventajas. Mi casa en 5 años ganó 4 miembros, dos perros y dos niñas. Jamás pude imaginarlo, pero como diría la gran Celia Cruz “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.
Sed felíces.