El virus SARS-CoV-2, cómo afecta la fertilidad femenina.

En la entrada anterior, tratamos la relación entre el virus SARS-CoV-2 que produce la infección COVID-19 y su relación con la fertilidad masculina, ya que poco se trata en los medios de comunicación, centrándose más la atención sobre la mujer y su gestación. No obstante, hemos creído necesario escribir esta entrada, centrada en cómo afecta el SARS-CoV-2 la fertilidad femenina con el objetivo de exponer los avances que se han publicado.

Como ya mencionamos en la entrada anterior, recordamos que este virus SARS-CoV-2 pertenece a la Familia: Coronaviridae (CoVs) identificada en 1965. El SARS-CoV-2, fue  identificado 19 Diciembre, 2019, y la enfermedad que produce se conoce como COVID-19. Su propagación ha sido tan virulenta que fue declarada pandemia por la OMS  el 11 de marzo, 2020.

La vía de transmisión se produce por contacto estrecho con infectados, vías respiratorias afectadas, gotas al exhalar, hablar, toser o estornudar. También se ha señalado otras vías como superficies, a través de objetos inanimados, transmisión fecal-oral y transmisión de fluidos biológicos (saliva, lágrimas).

Su mecanismo de invasión en la célula huésped se produce por su afinidad al receptor celular humano enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2), en sinergia con la serina proteasa transmembrana tipo II del huésped (TMPRSS2). Por lo tanto,  las células que expresan estos receptores pueden ser células objetivo del virus y, en consecuencia, podrían permitir la entrada del mismo, su proliferación, propagación y patogenia.

Como hemos mencionado, el virus SARS-CoV-2 puede invadir las células diana al unirse a ACE2. Dado que ACE2, se expresa ampliamente en los ovarios, útero, vagina y placenta, es de esperar que la relación  del virus SARS-CoV-2/ ACE2 pueda interferir en las funciones reproductivas de la mujer, tales como desordenes menstruales, infertilidad y distrés fetal.

ACE2, se expresa ampliamente en los ovarios, útero, vagina y placenta

Además, ACE2 es la enzima clave en el eje que juega un papel sinérgico en el equilibrio de los niveles de Ang II y Ang-(1-7), donde Ang II induce la secreción de esteroides, facilita el desarrollo de folículos y la maduración de ovocitos, contribuye a la atresia folicular, influye y mantiene la progresión del cuerpo lúteo. Ang-(1-7) promueve la producción de estradiol y progesterona y mejora la ovulación; la maduración de los ovocitos y la reanudación de la meiosis en el ovocito.

Por lo tanto, se aconseja como primer abordaje de la paciente tras haber pasado el COVID-19, y transcurridos un periodo de 3 meses, una valoración de los marcadores rutinarios de  la reserva ovárica (FSH o LH, E2. AMH y recuento de folículos antrales) para valorar el posible impacto de la enfermedad sobre su fertilidad.

En un segundo paso se abordaría el análisis de la receptividad endometrial, las trompas de Falopio y el ciclo menstrual. En lo que respecta al endometrio, ACE2/ TMPRSS2 se encuentran en el tejido endometrial fluctuando a lo largo de todo el ciclo menstrual con una presencia media/baja. Si además, se tiene en cuenta que el endometrio se renueva con cada menstruación, las consecuencias del virus podrían ser menos importantes. Si bien, se ha observado que la expresión génica viral aumenta con la edad, esto podría suponer un  mayor riesgo de infección del virus en pacientes de edad avanzada que se someten a técnicas de reproducción asistida. Es crucial la valoración del endometrio en reproducción asistida ya que es el responsable de la implantación.

Del reciente trabajo de Carp-Veliscus et al., (2022)  podemos destacar, de forma muy resumida, que la infección por el virus SARS-C0V-2 puede afectar a:

  • La reserva ovárica
  • Los niveles hormonales (AMH, FSH)
  • El número de ovocitos, es menor
  • La calidad de ovocitos y  embriones, disminuye
  • Los niveles de estrés oxidativo, aumentan
  • El ciclo menstrual puede presentar alteraciones significativas pero reversibles.

En lo que respecta a la transmisión vertical se barajan tres vías principales: durante la gestación, a través de la placenta; en el momento del parto y durante el amamantamiento. Sin embargo, esta transmisión ocurre en una minoría de casos de pacientes gestantes enfermas de COVID-19 en el tercer trimestre, siendo las tasas de infección similares a las de otros patógenos que causan infecciones congénitas. No obstante, hay que recalcar que no se dispone de suficientes datos sobre el primer y segundo trimestre gestacional, lo que impide calcular las tasas de transmisión vertical, así como los riesgos.

A la hora de valorar el estado de una paciente que ha pasado el COVID-19 hay que tener presente que la infección de este virus afecta de dos formas la fertilidad femenina:

DIRECTA: la propia infección causada por el virus, como hemos comentado en párrafos anteriores.

INDIRECTA: las alteraciones fisiológicas (la reacción inflamatoria); los desórdenes psicológicos que influyen directamente sobre el ciclo menstrual  (ansiedad, miedo, retraso de la decisión de ser madre); la obesidad y limitación económica.

¿Afecta la vacuna COVID-19 a la fertilidad femenina?

Como ya comentamos en la entrada anterior, hay un gran número de personas que tienen miedo a vacunarse porque creen que su fertilidad estará en riesgo. En el caso concreto de la fertilidad femenina, se ha difundido que la vacuna provoca infertilidad. El argumento se basaba en que los anticuerpos inducidos por las vacunas, que van dirigidos contra la proteína S (spike= espiga/punta) del coronavirus, podrían atacar también a una proteína humana (Sincitina-1) necesaria para la implantación del embrión. Sin embargo, el equipo de Prasad y cols (2021) han sido los primeros es demostrar que los anticuerpos contra la proteína S no reconocen a la proteína Sincitina-1 humana.

Es más,  se ha demostrado que el porcentaje de embarazos entre mujeres vacunadas y no vacunadas es parecido, por lo que la vacuna no tiene ningún efecto negativo sobre la probabilidad de quedarse embarazada.

Ante el gran número de bulos y medias verdades en las RRSS, es importante recordar:

  • Las vacunas contra el COVID -19 aprobadas no contienen virus vivos.
  • Las vacunas no interactúan con el ADN ni lo alteran.
  • No hay asociación ni con riesgo de infertilidad, abortos espontáneos en el primer o segundo trimestre, muerte fetal ni ningún defecto de nacimiento.
  • Las mujeres embarazadas tienen un mayor riesgo de tener COVID- grave, la vacunación ofrece una protección importante para las personas que intentan quedar embarazadas.

Para finalizar, puntualizar que a pesar de tantos trabajos publicados, revisiones, etc. que permiten un mayor conocimiento de la fisiopatología del nuevo virus, hay que valorar con sentido crítico la información que aportan. Todavía queda mucho por clarificar sobre el virus SARS-CoV-2 y su influencia en la fertilidad femenina y su potencial influencia sobre gametos y embriones aunque, de momento, no  parece alta.

Recordad, la vacunación es la herramienta de la que disponemos a fecha de hoy para luchar contra este virus. Por ti,  y por los demás, ¡Cuídate!

Victoria